En estos momentos en los que creo que todo está perdido, que nada vale la pena, en los que digo que ya no puedo más, que aquí acaba todo. Todas estas veces, ahí apareces tú, con esa gran sonrisa que me ilumina cada día y me llena de alegría en los malos momentos. Quiero que me enseñes a volar, a sentir emociones únicas, a pisar sitios que nadie a pisado nunca, a sonreir a cada instante, a reir a carcajadas por cualquier tontería, a decirlo todo, absolutamente todo con una simple mirada. Quiero escuchar cada latido de tu corazón, sentir tu respiración, observar cada paso que das, preocuparme por cada suspiro, escuchar cada palabra que salga de tu boca, de esa boca que un día me rozó la cara sin miedo, que me mires a los ojos con tu cara de niño bueno y se te escape una sonrisa, hacerte cosquillas cada vez que te despistes, darte un abrazo sin pensar en lo que pueda decir la gente, viajar al fin del mundo sin soltarnos la mano, dormir contigo cada noche, darte un beso, contar hasta tres y darte otro, verte amanecer y bostezar, meterme en tus sueños y no salir nunca de ellos. Haría todo esto y mucho más contigo, no quiero que nuestro tiempo se agote. Quiero parar el reloj y que nuestro tiempo se congele, que el mundo deje de girar. Te diré todo lo que siento, todo lo que me pasa por la cabeza. No te mentiré, estaré contigo siempre, mirándote a los ojos a cada instante. Pero lo peor de todo esto es que solo es un sueño, es mi sueño de cada noche, mi pensamiento diario, mi vida. Tú eres mi vida.
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